Por: Rubén Guía Chirino
Pasados
ya más de 100 días en resistencia civil, lucha, dolor,
amenazas de la dictadura y una que otra alegría, Venezuela ha llegado a las
puertas de un acto sin precedente en la historia reciente, el
plebiscito o consulta popular del 16 de julio de 2017.
Sin embargo, como todo buen régimen totalitario,
los sátrapas que nos secuestran el país, por medio de la neolengua y el doble
pensar Orweliano, se han empañado en una campaña absurda, con el único objetivo de
fulminar para siempre la soberanía de los venezolanos.
Uno de
los disparates más propagados por la dictadura de Maduro y su jauría de
pseudointelectuales, consiste en que el plebiscito no es vinculante o peor aún invalido, bien sea
por que no está previsto en la Constitución, o bien porque el CNE es el único competente
para realizar una consulta popular, ya que no hay ley que desarrolle la
consulta popular.
Visto
estos cuentos, que sólo pretenden sorprender la buena fe de la gente que aún
cree en dicho “proceso revolucionario”, resulta necesario hacer un ejercicio
que los constitucionalistas –los de verdad, no los obesos engominados– llaman interpretación
sistemática. Esto, consiste en entender a la Constitución como una serie de
valores, principios y normas que la hacen una unidad, pues no se puede leer
artículo por artículo, frase por frase, o peor aún, palabra por palabra fuera
de contexto.
Entonces,
nuestra Constitución inicia dándonos luces sobre la legitimidad y
constitucionalidad del proceso consultivo del 16 de julio. En el artículo 2 nos
dice que entre mucho de los “valores superiores” se encuentra la democracia y
la preeminencia de los derechos humanos; luego el artículo 3 nos indica que el
Estado venezolano existe única y legítimamente, para el desarrollo del
individuo y el ejercicio democrático de la voluntad popular, de otra manera no tiene razón de existir.
En ese
mismo orden, tenemos el artículo 5, ya
desgastado a lo largo de nuestra historia contemporánea y mucho más recitado
luego de la usurpación hecha el primero de mayo por el fraude constituyente. Dicho artículo indica que la soberanía reside intransferiblemente –énfasis en
intransferiblemente– en el pueblo y se ejerce directamente en la forma que lo
indica el texto constitucional. Es necesario pues en este punto conceptualizar
que se entiende por soberanía, y ello no es más que la capacidad de cada
individuo y el de una sociedad de auto determinar su futuro, establecer un
orden de convivencia, o como decía Alexis de Tocqueville: “es el derecho a
hacer las leyes”, y tal derecho no puede ser cedido a ningún organismo ni
constituido ni constituyente, por ello la Asamblea Nacional es la
representación del pueblo y no el titular de la soberanía, de igual modo que
una Asamblea Constituyente, sólo representa y nunca es ni será soberana u
originaria.
Ahora,
sí la soberanía reside INTRANSFERIBLEMENTE en todos nosotros, es prudente
preguntarse ¿La manifestación de la voluntad es válida porque es la voluntad
del soberano o es válida porque un órgano como el CNE lo declara? Si afirmamos
lo último la soberanía residiría en el CNE y no en el pueblo, y ello sería una negación de nosotros como sociedad republicana. Por esa razón la
participación del CNE es totalmente irrelevante, lo importante es la voluntad inequívoca
del soberano; es decir, del pueblo. En definitiva, que la validez del plebiscito o consulta popular dependa del
CNE, equivale a decir que el acta de independencia –el mayor acto de rebeldía
republicana– para su validez, debía estar refrendada, firmada, aprobada o reconocida por Fernando VII, el
entonces rey de España.
Sigamos
pues analizando la Constitución para desmontar las falacias totalitarias, véase
el artículo 62:
Artículo 62. Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el
derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o
por medio de sus representantes elegidos o elegidas.
La participación del pueblo en la formación, ejecución y
control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo
que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la
sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su
práctica.
Ese
contundente artículo, viene a reafirmar lo que los venezolanos logramos con
nuestra independencia: la República, que no es otra cosa que la capacidad del
pueblo –entiéndase por pueblo todos los habitantes de un Estado– de participar
en TODOS los asuntos políticos.
Como
se dijese antes, una de las falacias principales, es la insistencia en el texto
constitucional del procedimiento de plebiscito, para ello véase el artículo 70:
Son medios de participación y protagonismo del pueblo en
ejercicio de su soberanía, en lo político: la
elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocatoria
del mandato, la iniciativa legislativa, constitucional y constituyente, el
cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán
de carácter vinculante, ENTRE OTROS; y en lo social y económico, las
instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las
cooperativas en todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las
cajas de ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por
los valores de la mutua cooperación y la solidaridad.
La ley establecerá las condiciones para el efectivo
funcionamiento de los medios de participación previstos en este artículo.
Como
vemos, la Constitución en su espíritu republicano no limita con nombres la
participación ciudadana, sino todo lo contrario, lo deja abierto cuando coloca
en su texto la frase "entre otros". Por ello siéntase libre de llamar al evento
del 16 de julio como mejor le parezca, puede ser un plebiscito, una consulta
popular o mejor aún un acto de rebeldía soberana, acto que es vinculante en lo jurídico, democrático y moral, porque es la expresión de la soberanía republicana que logramos con la independencia.
Reafirmemos
la rebeldía soberana que corre por nuestras venas desde 1811, hagamos sentir
civilmente nuestra voluntad y repliquemos este mensaje, hasta que todos los
venezolanos nos sintamos más republicanos que nunca y demos muerte definitiva a
la opresión.
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