Gulags, Campos de reeducación y la Gran
Misión Vivienda
Rubén A. Guía Chirino
Cuando ya se pensaba que ninguna otra actuación del
gobierno de Venezuela podía asombrar a sus ciudadanos, el sátrapa principal,
entre risas y juegos como es habitual en todos sus colegas genocidas, declaró
que “los guarimberos capturados deberían ser puestos a construir viviendas para
el pueblo”; como si las torturas, vejaciones y demás tropelías no son
suficiente violación a los derechos de los ciudadanos, que legítimamente reclaman
un cambio en el rumbo del país.
Ante ese comentario, que solo demuestra una vez más la
naturaleza perversa de la revolución bolivariana, viene a la mente varias tragedias
que la especie humana ha tenido que padecer gracias al comunismo, como lo son
los gulags[1],
que no es otra cosa que un vulgar campo de concentración, donde la disidencia
del totalitarismo soviético era enviada a morir de hambre, frio y torturas de
todo tipo; esta invención propia del comunismo, no pudo salir sino de una de
las mentes más perversas de la historia, la del mismísimo Iosif Stalin, quien
en su trágico paso por el globo terráqueo asesino a millones de seres humanos –incluso
a sus “camaradas”–, ordenó muertes con
su propia firma y con una sonrisa en el rostro, tal como se anuncia el trabajo
forzado en nuestro país.
Otro gran líder comunista Mao Zedong, en su locura por la
revolución marxista y campesina, decidió reeditar el gulag de Stalin, esta vez
el eufemismo para la tortura, muerte y humillación de la humanidad fue el de “campos
de reeducación”[2] todo ello en el marco de
la revolución cultural china, donde decenas de millones de chinos perdieron la
vida por hambre y otros miles de horrores más. A la reeducación eran enviados
todos los médicos, abogados, ingenieros, profesores, estudiantes y en fin todo
lo que pareciese medianamente culto, esto con el fin de convertir a toda la
sociedad china en campesina, bajo el ideal de la revolución socialista de Mao.
Pues parece que la humanidad en el siglo XXI no se ha
curado de las patologías totalitarias y muchos menos de los sátrapas, que en su
“original” idea se les ocurre otro eufemismo para tapar o hacer menos
desagradable, el asesinato paulatino tanto espiritual como físico de las
personas que tienen la penosa experiencia de vivir bajo el yugo opresor de esos
bandidos.
Ante esta burla
tanto para las víctimas de los gulags, los campos de reeducación y ahora de la disidencia
venezolana, es necesario plantar la cara de la rebeldía por la libertad real,
que no es otra que el respeto por los derechos elementales como la vida, la
libertad y la propiedad, para que nuestra Venezuela no sea terreno de la
barbarie que significa los campos de concentración.
[1]Si desea
saber más https://es.wikipedia.org/wiki/Gulag
o Archipiélago gulag de Aleksandr Solzhenitsyn
[2] Una
buena descripción de esa barbarie se puede observar en la película del libro Balzac
y la joven costurera china
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