Los Secuaces del Poder: De Rudolf Hess a Luisa Ortega


Los Secuaces del Poder: De Rudolf Hess a Luisa Ortega

Por: César Pérez Guevara

El poder siempre se ha mostrado inmisericorde con aquellos que de una u otra manera coadyuvan a su abuso, en ocasiones les ha premiado con desmerecimientos hasta el final, en otras más, les ha destruido una vez ya no son útiles al poder; decían los revolucionarios franceses al respecto: “Las revoluciones devoran a sus hijos”.
Los más insignes filósofos políticos de todas las épocas han sabido señalar la imposibilidad del tirano de mantener su absolutismo sin la existencia de los secuaces, es decir, de estos individuos incluso más repugnantes que el déspota, que le deben toda la cuota ínfima de poder que puedan tener y que a la vez, son conformantes del poder político de este. De este modo, la permanencia de los déspotas en el poder, no se debe a la cobardía o dejadez de su pueblo sino a la colaboración de los secuaces. 
Siempre he considerado que todas las tiranías son iguales, pónganse el mote o la ideología que prefieran —hay tiranías para todos gustos y colores—, consisten en la opresión de una sociedad por parte de un individuo que hegemónicamente quiere imponer su voluntad, y hasta ahora en las sociedades humanas han existido —y existen— muchas de ellas, más de las que quisiéramos recordar. 
La tiranía hegemónica por excelencia y a la cual solemos referirnos por el conocimiento popular bastante general que se tiene de ella, es al III Reich de Adolf Hitler, no porque las tensiones de poder existentes allí fueran surgimientos originales, sino porque este tenebroso proyecto político dio cabida a las distintas relaciones de poder humanas existentes en tantos milenios de historia. De este modo, como hemos señalado al inicio de este artículo, el fuhrer Adolf Hitler como tirano esperpéntico, fue posible gracias a sus secuaces, entre los cuales se encontraba el rastrero Rudolf Hess. 
Hess conoció a Hitler poco antes del inicio de los años XX del siglo pasado, y le apoyo ciegamente en principio, al punto de ser premiada su lealtad una vez el fuhrer se hizo con el poder absoluto, al ser designado entre otros cargos, como Presidente del Comité Central Nazi, parlamentario del Reichstag, jefe del Partido Nazi y Ministro de Estado. Entre las cosas inolvidables de su carrera es imposible olvidar su pusilánime frase de presentación a Hitler antes del inicio de sus discursos en los años treinta: “Hitler es Alemania” (¿Hitler corazón del pueblo?). Sin embargo, en los inicios de los años cuarenta del siglo pasado, Hess había caído en una suerte de limbo político y ya no era el preferido de su amo, razón por la cual como todo secuaz estaba dispuesto a hacer cosas realmente absurdas, bien sea por ganar nuevamente el afecto de su tirano o por escurrir el bulto. Para hacer corto el periplo  de Hess y volver pronto a nuestras tierras, basta señalar que iniciada la segunda guerra mundial, éste tomó un avión con rumbo a Escocia para negociar con los británicos ante el inminente desastre que iba a significar la operación Barbarroja, sin embargo, fue interceptado por estos y siendo que había hecho este acto de manera inconsulta con su fuhrer, éste obviamente no le apoyó y terminó siendo un triste preso para los ingleses, que sin embargo, sería liberado durante los juicios de Nuhremberg, por no encontrársele sustento a los cargos que se le imputaban, y moriría ya como nonagenario en sus propias manos.
La recreación de Hess, esto es, el secuaz que cae en desgracia en su círculo e intenta aliarse con el principal enemigo de su tirano para intentar escurrir el bulto nos trae inmediatamente a tierras vernáculas, donde por lo visto somos más afectivos que los alemanes, y aquí viene la pregunta que ya pocos se hacen en nuestra república ¿Quién es Luisa Ortega Díaz?. 
Ante la cercanía del personaje y la brevedad del presente artículo, me permitiré no describir su bagaje político, salvo para afirmar que ha sido una chavista irredenta desde el principio del terror iniciado en el año 1.998. Más allá de su juventud comunista, plagada de fotos con sus buenos amigos de la siniestra, Luisa Ortega siempre se caracterizó por ser aquella secuaz de Chávez capaz de realizar cualquier acto por deleznable que fuere con tal de satisfacer a su adulado líder. Sin embargo, Chávez como todo líder comunista basaba la dialéctica del poder con sus secuaces en la elección para los grandes cargos de aquellos que más le adularan pero que se tuvieran antipatía entre sí, dado que de existir cohesión entre los secuaces en cualquier momento podrían desplazarle, esta lección bien aprendida, evidentemente del trato que Lenin le dio a Trotsky y a Stalin, fue parte del éxito chavista. Ahora bien, aun cuando mucha gente no lo quiera admitir es un hecho, Hugo Chávez Frías murió, entonces ¿Qué pasa con sus secuaces?. 
Luisa Ortega según comentan conocedores de la relaciones del gobierno, nunca se llevó del todo bien con el nuevo líder, Nicolás ni con el eterno sustituto Diosdado, razón por la cual al comenzar estos su propia operación Barbarroja (que al igual que la hitleriana está destinada al fracaso), esto es, terminar de socavar las bases republicanas y convertir a Venezuela en un Estado de súbditos del poder, Luisa Ortega decidió tomar su propio avión a Escocia para negociar la paz con los británicos motu proprio (nos referimos aquí al artificio usado por Hess, no la famosa avioneta que ahora sus anteriores correligionarios la imputan por uso indebido), es decir, se acercó a la oposición para denunciar de manera evidentemente tardía e ineficaz una situación que es existente desde hace más de una década en el país, esto es, que se ha roto la institucionalidad y se ha herido de muerte a la república venezolana, situación con la cual Luisa Ortega estaba muy feliz hasta ahora que le molesta muchísimo, toda vez que su situación política no está nada clara y por ello ha vivido este despertar paradigmático.
Por lo pronto, no opinaremos más al respecto dado que los sucesos están en desenvolvimiento y la inicua Sala inConstitucional del Tribunal Supremo de Justicia admitió el antejuicio de mérito en contra de Luisa Ortega, sin embargo, como reflexión final vale la pena decir, la historia de los secuaces está llena de sorpresas ¿qué le deparará la historia a la secuaz Luisa Ortega? por lo pronto solo podemos decir que el trato que la misma ha recibido, haría que Rudolf Hess —donde este se encuentre— le debe haber sonrojado; ya que una vez el tomó el avión para ir a pactar con los ingleses, fue tratado de cobarde como la quinta esencia del mal, y más nunca lo quisieron ni sus anteriores correligionarios ni los rivales de estos, pero por el contrario, hasta ahora, los rivales de los anteriores correligionarios de Luisa Ortega, al esta tomar su avión, la han tratado de heroína, salvadora de la república y la han perfilado como posible líder presidencial de una transición. 
Pero ¡Qué cariñosos somos los venezolanos!

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