La desfachatez e impostura de esa cosa de constituyente comunal



Recientemente, el 4 de abril de 2017, falleció uno de los más preclaros pensadores de la ciencia política y claro está del estudio constitucional, el maestro Giovanni Sartori, cuyas lecturas y referencias a pesar de ser prácticamente obligadas para medianamente entender qué es una constitución, al parecer sus ideas y reflexiones no entran en la oscuridad promovida por los nuevos regímenes totalitarios del siglo XXI, y Venezuela es excelente ejemplo para ilustrar aquellos casos hasta hace poco eran solo de laboratorio.

Sartori, no obstante muchas ideas, se da a conocer al traer al foro político el concepto de “constitución fachada [1], que no es más que aquella que representa un simple texto que pretende hacerse pasar como constitución, pero no cumple ni sirve en lo absoluto para lo que un instrumento como tal ha de hacer. A esta “constitución fachada”, o “constitución impostora[2]” como  la enfrenta con lo que concibe como una “Constitución Material”, esto es, aquella que efectivamente funciona y sirve como tal.

A pesar de haber ya tratado más de una vez el tema de qué es una Constitución[3], antes de continuar, nuevamente debemos insistir, que una Constitución, no es un “librito” en el que el poder sustenta su actuación; no, es todo lo contrario, una Constitución es un límite al ejercicio del poder, son las imposiciones que se le ponen a ese poder, por lo que ya iniciar desde la idea que sea el mismo poder el que promover la creación de un nuevo texto constitucional ya es de mucha gravedad.

Continuemos…

Venezuela tiene en su haber ya 26 constituciones, lo que nos obliga a arribar a dos únicas conclusiones, la primera, nuestro constitucionalismo y en consecuencia el sometimiento del poder al texto constitucional, la vigencia de Estado de derecho es uno de los más ejemplares en el planeta por nuestra historia constitucional, y claro es de nuestras asambleas constituyentes, o la otra conclusión, que sería que estaríamos ubicados en los peores y más bajos puestos de percepción de constitucionalidad, de vigencia de Estado de derecho, de respeto de los derechos humanos. Creo que cada uno de nosotros puede arribar a su propia conclusión, no hacen falta muchas pistas ni estadísticas para ello.

De nuestra colección de textos constitucionales desde 1811 hasta hoy, muy pocos pudiéramos decir que fueron verdaderas Constituciones, -incluso sobre el texto de 1999 se discuten interesantes aspectos-, siendo el resto, la gran mayoría, no otra cosa que el producto de caprichos de caudillos de la época, demagogos y tiranuelos, que se montaron una asamblea constituyente a su medida para justificar sus tropelías y más específicamente para perpetuarse en el poder.

Las principales maneras de perpetuarse en el poder son mediante golpes de estado[4] y asambleas constituyentes.

Hoy en Venezuela, lo poco que queda de ella, al igual que otros tiempos  y dictaduras pasadas, se está procurando una nueva asamblea constituyente, y nuevamente como ha ocurrido antes, con no otra intención de perpetuarse la tiranía en el poder, tratar de justificar sus tropelías, y utilizarla como instrumento de opresión y violación de derechos fundamentales de los ciudadanos, como así se ha hecho con el Estado de derecho desde el golpe de estado del 02 de febrero de 1999.

En muchos artículos se ha hablado y desarrollado los temas sobre la iniciativa y la convocatoria de dicha asamblea constituyente, a la que para empeorar las cosas la refieren de “comunal”, además de otros atropellos más como de la representación sectorial, y qué decir de ese despropósito de “constituyente militar”, es más que evidente cualquier conclusión, y es que en modo alguno puede convocarse, conformarse, y funcionar esa cosa que el despotismo pretende como asamblea constituyente que no es más que una vulgar desfachatez e impostura, no pudiendo ser otro su producto, si llegase a producirse algo de allí, que es totalmente inviable, que un total adefesio, el cual siquiera sería una constitución fachada.

Aquí estamos es ante un tema mucho más complejo, uno que va más allá de la absoluta inviabilidad de una trampeada convocatoria a una asamblea constituyente comunal, es que nos han secuestrado el país, destruido el Estado de derecho, pervertido la idea de democracia, aniquilado la percepción de seguridad jurídica; pero afortunadamente ya se ha despertado de ese letargo inducido por los malhechores para robarnos el país, la venezolanidad no solo se despertó, sino que se desbordó por todo el mundo y está mostrando no solo que pronto tendrá de vuelta las instituciones secuestradas y los activos dilapidados, llevará a la justicia, nacional e internacional a los transgresores, más temprano que tarde se recuperará de la ignominia a la que ha estado sometida durante estos últimos 18 años.







[1] Sartori, Giovanni en “Elementos de Teoría Política”,
[2] Del inglés “Sham” (impostor) ver “Sham Constitutions” (Constituciones Impostoras) de David S. Law y Mila Versteeg. Artículo de investigación N. 12-002-02 de junio de 2013 de la Washington University in St. Louis.

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